18 octubre 2009

UNA ANÉCDOTA GRACIOSA

"Me llenaron de espuma la cara y la rasparon con un trozo áspero de hierro. A una señal, me metian la cabeza en el agua donde dos hombres me cogían y hundían. Al final, menos mal, me escapé. Todo el barco era una ducha: el agua volaba por todas partes y nadie se libró de empaparse".
Charles Darwin

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